Virtud que atiende a las
formas y modos en las relaciones sociales. Modera la manera de hablar, reír, mirar,
gesticular…, siempre en orden a los otros. La cortesía toma distancia del otro
para respetar su dignidad, evita toda fricción que pueda darse, y es sensible a
la situación de los demás para adaptarse a ella. La persona cortes saluda
primero, se detiene y cede el paso, pide disculpas ante cualquier molestia y
sonríe amablemente. Es también llamada caballerosidad, decencia, buena
educación...
A la civilidad se opone por
exceso el formalismo y, por defecto, la chabacanería o grosería. El formalismo es el gesto sin sentido ni
contenido que se vuelve falso y artificial. La chabacanería es una torpeza social que mira todo gesto bondadoso como
superfluo. Despreciando las formas y los modos exteriores desprecia la expresión
de lo más íntimo y esencial en las relaciones humanas.
REFRANES SOBRE LA CIVILIDAD O CORTESÍA, EL FORMALISMO Y LA CHABACANERÍA
Quien da un grato saludo,
recibe respuesta agradable.
Un saludo amable abre puertas a una respuesta cordial; La cortesía inicial
fomenta las relaciones positivas.
Saludar, oír y responder, es
propio del hombre Cortés.
La atención y el saber responder son muestras de buena educación, pues
demuestran interés y respeto por el otro.
Hablar sentado con alguien
parado, he aquí un mal educado.
Si te sientas mientras la otra persona se mantiene en pie, se percibe falta de
respeto; la etiqueta dicta mostrar consideración, por ejemplo, levantarse o
igualar actitudes.
A los ojos da tus ojos y, tu
espalda, solo a la pared.
Significa prestar atención directa a quien te habla, evitando dar la espalda o
mostrarse desinterés, lo que se interpreta como descortesía.
Sé mudo y sordo, en casa
ajena.
En el hogar de otra persona conviene ser discreto: evita meterte en asuntos que
no te conciernen y respeta las normas y costumbres del lugar.
No atiendas sólo a lo que
digas, sino también al cómo lo digas.
El tono, la entonación y el lenguaje corporal son tan importantes como las
palabras; la forma en que se comunican las ideas influye en su recepción.
Leer algo en compañía, sólo
con permiso y mucha prisa.
Cuando en compañía, si decides dedicarte a la lectura, hazlo con discreción y,
si es necesario, con el consentimiento de los presentes para no parecer
descortés o desinteresado en la interacción.
Gran cosa es la fuerza de la
cortesía (Cicerón).
La verdadera fuerza radica en la capacidad de tratar a los demás con respeto y
amabilidad, cualidad que puede abrir puertas y resolver conflictos.
Más vale educado que
instrumentado.
No basta con tener conocimientos; la buena educación, es decir, el saber
comportarse y tratar bien a los demás, es un valor superior.
A la tierra que fueres, haz lo
que vieras.
Adáptate a las costumbres y normas del lugar en el que te encuentres, mostrando
respeto por la cultura y las tradiciones locales.
A casa de tu vecino, a prestar
favores, no a pedirlos.
Es preferible ofrecer ayuda cuando visite a alguien, en lugar de llegar
exigiendo o solicitando beneficios, lo que refuerza el espíritu de colaboración
y reciprocidad.
Del atrevimiento viene el
arrepentimiento.
Actuar sin medir las consecuencias, por exceso de osadía, puede acumular
consecuencias negativas que luego se lamentan.
Las opiniones no se imponen,
se proponen.
Cada quien tiene derecho a sus ideas; lo correcto es sugerir y dialogar en
lugar de forzar a otros a aceptar un punto de vista.
Donde alguno esté triste, no
rías a carcajadas.
Es de sensibilidad y empatía evitar burlas o risas desmedidas cuando alguien
está afligido, pues se debe respetar el dolor ajeno.
No hay que mentar la soga, en
casa de un ahorcado.
No es prudente hablar o bromear sobre temas dolorosos o delicados para quienes
ya han sufrido, pues puede revivir su pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario