DULIA: Virtud por la que se rinde honor a la excelencia superior de
alguien[1].
Esta se realiza “por medio de palabras,
como cuando uno pregona la excelencia de otro; o mediante hechos, como inclinaciones, saludos, etc.; o también mediante cosas exteriores, por ejemplo en la
ofrenda de obsequios o regalos, o en la erección de estatuas, etc.” (II-II,
103, 1, c).
Excelencia por dignidad
o virtud
La excelencia implica una dignidad de gobierno o una virtud. A las
personas constituidas en dignidad se
las honra principalmente a causa su dignidad; también a causa de su virtud,
cuando esta es manifiesta[2].
A los virtuosos se los
honra a causa de su virtud. En este sentido la honra puede extenderse a todos,
ya que “en cualquier hombre hay algo por lo que se lo puede considerar
superior, según aquellas palabras de Flp 2, 6: pensando cada uno por humildad que los otros son superiores a él.
Y, según esto, todos deben buscar ser los primeros en honrar a los demás”
(II-II, 103,2, rta 3)[3].
“Anticípense en el honor
los unos a los otros” (Rom 12, 10); “Honren a todos” (I Pe 2, 17).
Dulía, hiperdulía,
latría
Según el orden de superioridad, se distingue: dulía, hiperdulía y
latría. Por la dulía se rinde honor a
un superior humano; por la latría
“se rinde la debida servidumbre al señorío divino” (II-II, 103, 3, c). La “hiperdulía es medio entre la dulía y la
latría, pues con ella se honra a las criaturas que tiene una especial afinidad
con Dios; por ejemplo, a la Virgen Santísima ”
(II-II, 103, 4, obj 2)[4].
“No esperan recompensa
para la virtud, ni valoran el premio de una vida intachable; pues Dios creó al
hombre para la inmortalidad, y lo hizo a su imagen y semejanza” (Sab 2, 22-23).
[1] El honor se debe a una excelencia
superior de alguno. Pero “la excelencia de alguien puede considerarse no sólo
por comparación entre la persona honrada y la honradora… sino que ha de ser
considerada también en sí misma o con relación a otros… Así pues, no es
necesario que la persona honrada destaque por su excelencia sobre quién la honra,
sino que basta con que sea superior a otros; o incluso con que, aunque no en
todo, sino solamente en algo, sea superior a quién la honra” (II-II, 103, 2,
c).
[2] “Si los superiores son malos, no se los
honra por la excelencia de su virtud, sino por la de su dignidad, que es a la
que deben el ser ministros de Dios. Y en ellos se honra también a todo la
comunidad que presiden” (II-II, 103, 2, rta 2).
[3] Incluso los superiores deben honrar la virtud de alguno cuando
esta existe (Cf. II-II, 103, 2, rta 4).
[4] La hiperdulía “es la especia más importante de dulía en sentido
amplio. Pues al hombre se le debe la máxima reverencia por su afinidad con
Dios” (II-II, 103, 4, rta 2).
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