Virtud por la que tendemos a
realizar obras exteriores buenas y grandes. La bondad y grandeza se da en la
cantidad y la calidad, tanto a nivel individual, como la edificación de una
casa familiar o la celebración de una boda, como a nivel comunitario, por
ejemplo, las construcciones públicas civiles o religiosas. Los criterios del
gasto a realizar son la permanencia y la dignidad de la obra.
A la magnificencia se opone
por exceso el despilfarro y, por defecto, la mezquindad. En ambos vicios hay
una desproporción entre el gasto y la obra. El que despilfarra gasta mucho donde debe gastar poco. El mezquino, para gastar poco, realiza
obras pequeñas y malas, cuando debe realizar obras grandes y buenas.
LA PERMANENCIA DE LAS BUENAS OBRAS
El que
escucha mi palabra y la pone en práctica, se parece al hombre prudente que
edificó su casa sobre roca; vino la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los
vientos y descargaron contra la casa, pero no se hundió, porque estaba
cimentada sobre roca (Mt 7, 21-27).
REFRANES SOBRE LA MAGNIFICENCIA, EL DESPILFARRO Y LA MEZQUINDAD
Nunca mucho costó poco.
Lo verdaderamente valioso o de alta calidad generalmente requiere una inversión
considerable; Si algo resulta muy barato, probablemente no tengas el valor o el
esfuerzo que implica lo bueno.
Lo que poco cuesta poco se
aprecia.
Cuando se invierte poco en algo, es difícil que se valore o se le dé la
importancia que merece, ya que lo económico tiende a ser menos apreciado.
Lo barato sale caro.
Adquirir productos o servicios muy económicos puede terminar costando más a
largo plazo, ya sea por baja calidad, fallas frecuentes o la necesidad de
reemplazos.
Siempre hay plata, para
enterrar a los muertos.
A pesar de la escasez, la gente encuentra recursos para gastos esenciales o
inevitables, como los funerales, demostrando que algunas prioridades no se
discuten.
Roma no se hizo en un día.
Los grandes logros y proyectos requieren tiempo, esfuerzo y paciencia; nada
valioso se construye de manera inmediata.
Lo que no es útil, es caro,
aunque sea barato (Séneca).
Incluso si un objeto o servicio cuesta poco, si no cumple una función práctica
o beneficiosa, en realidad resulta una mala inversión.
El que desprecia un centavo,
deseará después un peso.
Quien menosprecia las pequeñas cantidades o recursos, con el tiempo se
encontrará necesitando o valorando mucho más lo que antes ignoró.
Para hacer una tortilla, hay que
gastar algunos huevos.
Lograr algo importante implica ciertos sacrificios o costos; no se pueden
obtener buenos resultados sin invertir o renunciar a algo en el proceso.
Rico al caldo de gallina,
lástima los huevos de oro.
Quien se enriquece de medios modestos (como el caldo de gallina) debe cuidar
sus recursos más valiosos (los huevos de oro) y no malgastarlos, pues son la
fuente de su prosperidad.
A grandes males grandes
remedios.
Los problemas serios requieren soluciones igualmente importantes o drásticas;
Solo medidas fuertes pueden remediar grandes situaciones.
No levantar murallas,
construir puentes.
En lugar de crear barreras o aislarse, es preferible tender la mano, fomentar
la comunicación y generar conexiones que unan a las personas.
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