miércoles, 30 de enero de 2019

HONESTIDAD


HONESTIDAD: Virtud que ordena los movimientos exteriores en cuanto signos de las disposiciones interiores (Cf. II-II, 168, 1).
“Los movimientos externos son signos de la disposición interior, que se mira principalmente en las pasiones del alma. Por eso la moderación de los movimientos externos requiere la moderación de las pasiones internas. Y así dice San Ambrosio, en I De Offic. 11, que de aquí, es decir, de los movimientos externos, juzgamos que el hombre escondido en lo profundo del corazón es ligero, jactancioso, torpe, constante, puro o de madurez racional.
También en los movimientos exteriores se basan los demás para emitir un juicio sobre nosotros, según lo que se dice en Eclo 19,26: Por su aspecto se descubre el hombre y por su semblante el prudente. Por eso la moderación de los movimientos exteriores se ordena, de algún modo, a los otros, según lo que dice San Agustín en la Regla 12: Procurad que en vuestros movimientos no ofendáis a nadie, sino que os comportéis en todo como conviene a los santos.
Por tanto, la moderación de los movimientos exteriores puede reducirse a dos virtudes, de las que el Filósofo habla en IV Ethic. 13. En efecto, en cuanto que nos ordenamos hacia otros por medio de los actos exteriores, la moderación de los movimientos exteriores pasa a ser objeto de la amistad o afabilidad, que se ocupa de los gozos y tristezas de las palabras o de los hechos en orden a los otros con los que el hombre convive. Pero en cuanto que estos movimientos exteriores son signos de la disposición interior, su moderación pertenece a la virtud de la verdad, por la cual nos mostramos, en las palabras y en las acciones, como somos interiormente” (II-II, 168, 1, rta 3).

La vestimenta del hombre, su manera de reír, todo su porte, revelan lo que él es (Ecli 19, 29-30).

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