miércoles, 30 de enero de 2019

SOBRIEDAD


SOBRIEDAD: Es la virtud que modera el placer de las bebidas alcohólicas (Cf. II-II, 149). Su fin es el de conservar al uso pleno de la razón, que es impedido por los excesos de este tipo de bebidas[1].

Tengan la moderación y la sobriedad necesarias para orar (I Tim 3, 2).

Vicio contrario

A la sobriedad se opone la embriaguez, que desea y consume desordenadamente bebidas alcohólicas (Cf. II-II, 150). El uso excesivo de bebidas alcohólicas tiene como consecuencia la falta de control sobre la razón (Cf. II-II, 150, 1)[2]. 
“Ningún manjar ni bebida son ilícitos por sí mismos, ya que el Señor dice en Mt 15,11: Nada de lo que entra por la boca mancha al hombre. Luego el beber vino, en sí mismo, no es ilícito.
Ahora bien: puede hacerse ilícito accidentalmente, bien sea por la disposición de quien lo bebe, que resulta fácilmente afectado por él, o bien porque ha hecho voto de no beberlo, o por el modo de beberlo, si se excede en la cantidad. También podría resultar malo el beberlo cuando sirve de escándalo a otros” (II-II, 149, 3, c).

Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida (Rom 13, 13).


[1] “La sobriedad es más necesaria en algunas personas para realizar sus propias acciones. El vino, por su parte, si se toma sin moderación, impide el funcionamiento de la razón. Por eso se recomienda la sobriedad, de un modo especial, a los ancianos, cuya inteligencia conviene que esté despierta para enseñar a los demás; a los obispos y demás miembros de la Iglesia, que deben realizar su labor espiritual con una mente devota, y a los reyes, que deben gobernar a su pueblo sabiamente” (Cf. II-II, 149, 4, c).

[2] “El pecado de embriaguez consiste… en el uso y la deseo del vino sin moderación. Esto puede suceder de tres modos. En primer lugar, cuando uno no sabe que la bebida es inmoderada y capaz de emborrachar, en cuyo caso puede darse la embriaguez sin existir pecado, tal como ya dijimos. En segundo lugar, cuando se sabe que es una bebida inmoderada, pero no se sabe que pueda emborrachar, y en ese caso la embriaguez es pecado venial. Y, en tercer lugar, puede suceder que se sepa perfectamente que la bebida es inmoderada y puede emborrachar, pero prefiere emborracharse a privarse de la bebida. Este tercero es el que incurre en embriaguez. Así tomada, la embriaguez es pecado mortal, porque en este caso el hombre se priva conscientemente del uso de su razón, que le hace practicar la virtud y apartarse del pecado” (II-II, 150, 2, c).


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