Virtud que modera la pena
externa debido a una falta. Impide un castigo más duro del debido. Es ejercida
por aquellos que tiene autoridad para hacerlo, como el padre o madre de
familia, los directivos de una institución, o el poder judicial de un
estado. El clemente disminuye la pena
teniendo en cuenta las circunstancias particulares de cada persona. La causa de
la clemencia es el amor y la justicia. En las relaciones entre iguales hablamos
más bien de perdón.
A la clemencia se opone la
crueldad por exceso, y la remisión por defecto. La crueldad es un exceso de castigo. Desecha con rigor el rebajamiento
de la pena y se complace sin amor en el sufrimiento ajeno. La remisión, en cambio, omite la
reparación de la justicia en la comunidad, y olvida la necesaria corrección del
que ha faltado.
LA CRUELDAD Y LA
CLEMENCIA DE CRISTO
LA MUJER SORPRENDIDA EN ADULTERIO
Pero Jesús se
fue al monte de los Olivos. Los maestros de la ley y los fariseos llevaron
entonces a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio del grupo le dijeron a Jesús: Maestro, a esta mujer se
le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En
la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener
de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el
suelo. Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó
y les dijo: Aquel de ustedes que esté libre de
pecado, que tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en
la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando
por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose
Jesús le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella respondió: Nadie,
Señor. Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.
REFRANES SOBRE LA CLEMENCIA, LA CRUELDAD Y LA REMISIÓN
A borrica arrodillada, no le
dobles la carga.
No aumente el peso o las dificultades de quien ya se encuentra en una situación
vulnerable o fatigada. Es aconsejable ser compasivo y evitar imponer cargas
adicionales.
Exceso de justicia, exceso de
injusticia.
Una aplicación demasiado rígida o severa de la justicia puede volverse opresiva
y producir resultados injustos. Se destaca la necesidad de moderación y equidad
en la aplicación de las normas.
No hay que apurar, al ganado
flaco.
Hay que tener paciencia y cuidado con lo débil o lo frágil. Forzar o presionar
a quienes son vulnerables puede dañarlos o empeorar su situación.
El que las hace, las paga.
Quien comete un error o una falta terminará enfrentando las consecuencias de
sus actos. Es un recordatorio de la ley de la responsabilidad y la justicia
natural.
El que perdona la falta a uno,
induce a muchos a cometerla (Publilio Syro).
Si se es excesivamente indulgente al perdonar una infracción, se puede alentar
a otros a actuar de la misma manera, pues entenderán que sus acciones no
tendrán repercusiones serias.
La mejor forma de perdón es el
olvido.
Olvidar la ofensa y no guardar rencor es la forma más efectiva de perdonar,
permitiendo que la relación o la situación sana sin cargas emocionales persistentes.
No se calla el chancho a
palos.
La violencia o el castigo físico no son métodos eficaces para silenciar o
corregir comportamientos, ya que la fuerza bruta rara vez logra un cambio
verdadero.
Es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja (José Hernández).
Al igual que la lluvia no cae de manera uniforme, la aplicación de la ley
tampoco siempre se distribuye equitativamente, lo que puede generar
desigualdades.
Mal camino, no va a buen
lugar.
Seguir un curso de acción equivocado o inmoral conduce inevitablemente a
resultados negativos; las malas decisiones raramente conducen a un destino
próspero.
Imita a Dios el que perdona.
Quien es capaz de perdonar a otros está emulando una cualidad divina. Se invita
a cultivar la misericordia y la comprensión, virtudes atribuidas a lo sagrado.
A quien poco se le perdona,
poco ama (Evangelio).
La incapacidad o renuencia para perdonar es señal de un amor limitado, pues el
verdadero afecto implica comprensión y generosidad hacia los errores ajenos.
No es grave al mal, que admite
consejos.
Incluso quien ha incurrido en un error, si es receptivo a las sugerencias y
críticas constructivas, muestra disposición para mejorar, lo cual es menos
dañino que la obstinación.
Por culpa de la cizaña, la
buena hierba sufre.
La presencia de malas influencias o elementos negativos afecta incluso lo bueno
y correcto, demostrando cómo unos pocos problemas pueden contaminar un entorno
entero.
A buey viejo, pasto tierno.
Los que tienen experiencia o han envejecido requieren un trato más suave y
adaptado a sus capacidades; no se les debe exigir la misma resistencia que a
los más jóvenes o vigorosos.
Perdonar es dar.
El acto de perdonar implica ofrecer algo valioso: la libertad del rencor y el
alivio para quien ha sido herido, un don que enriquece tanto a quien lo otorga
como a quien lo recibe.
Que el castigo, no sea mayor
que la culpa (Cicerón).
La pena o corrección debe ser proporcional a la falta cometida, evitando
excesos que agraven injustamente la situación del ofensor.
Corrige sonriendo.
La corrección y el consejo deben realizarse con amabilidad y una actitud
positiva, lo que favorece el aprendizaje y minimiza la resistencia del
corregido.
El castigo es compañero de la
culpa (Horacio).
El castigo suele seguir de manera natural al error o al acto reprochable,
acompañando a la culpa y funcionando como consecuencia inevitable.
Es humano perdonar, cuando el
culpable se arrepiente de su falta (Publilio Syro).
La capacidad de perdonar se vuelve más comprensible y natural cuando quien ha
cometido la falta muestra un genuino arrepentimiento, ya que el reconocimiento
del error facilita la reconciliación.
Quien castiga con ira, más se
venga que castiga.
Aplicar castigos impulsados por la ira suele intensificar el deseo de
venganza, resultando en represalias que exceden lo necesario para corregir el
error.
Es inútil talonear, si el
caballo está boliado.
No sirve de nada presionar o forzar a alguien (o algo) si ya se encuentra en
estado de debilidad o afectado por un problema. La metáfora indica que en
situaciones delicadas, el empuje extra puede ser contraproducente.
A caballo que vuela, ¿para qué
la espuela?
Si alguien o algo ya muestra un desempeño excepcional, no hace falta
presionarlo más. El estímulo adicional sería innecesario o redundante.
El toro se capa, sólo una vez.
Esta expresión sugiere que un ser (o una persona) se enfurece o reacciona de
manera intensa solo en una ocasión; aproveche esa única oportunidad para
corregir o tratar la situación es lo más prudente.
Sólo se perdona mientras se
ama.
El perdón genuino nace del amor y la empatía; Cuando el afecto se extingue,
resulta muy difícil mantener la disposición a perdonar.
De inteligentes y sabios, el
perdonar injurias y olvidar agravios.
La verdadera sabiduría se demuestra en la capacidad de soltar rencores,
perdonando ofensas y dejando atrás los agravios, lo que favorece la paz
interior y la armonía en las relaciones.
Errar es humano, perdonar es
divino.
Equivocarse es parte de la condición humana, pero la capacidad de perdonar es
vista como una virtud superior, casi celestial, que ennoblece al ser.
Errar es humano, perdonar es
de sabios.
Similar al dicho anterior, se enfatiza que aunque todos cometemos errores,
quienes demuestran sabiduría son capaces de superar el resentimiento y otorgar
el perdón.
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