PACIENCIA: Es la virtud que modera la tristeza causada por el padecimiento
de cualquier clase de males, especialmente los infligidos desde afuera (Cf.
II-II, 136). La paciencia hace que “el hombre no se aparte del bien de la
virtud a causa de las tristezas, por grandes que estas sean” (II-II, 136, 4,
rta 2). El paciente “se comporta dignamente en el sufrimiento de los daños
presentes para que no sobrevenga una tristeza desordenada” (II-II, 136, 4, rta
2).
La paciencia soporta el mal con ánimo tranquilo en orden a
conservar el bien. “El alma aborrece la tristeza y el dolor en sí, pero nunca
elegiría soportarlos por ellos mismos, sino por un fin. Por tanto, es
conveniente que aquel bien por el cual uno quiere sufrir males sea preferido y más
amado que aquel otro cuya privación nos reporta un dolor que pacientemente toleramos”
(II-II, 136, 3, c).
“El hombre posee su alma por la paciencia, en cuanto arranca de
raíz la turbación de las adversidades que quitan la tranquilidad del alma”
(II-II, 136, 2, rta 1).
“No va contra la noción de paciencia
el rebelarse, cuando sea necesario, contra quién infiere el mal” (II-II, 136,
4, rta 3).
Alégrense profundamente
cuando se vean sometidos a cualquier clase de pruebas, sabiendo que la fe, al
ser probada, produce la paciencia (Sant 1, 4).
La caridad es paciente
(I Cor 13, 4).
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