HUMILDAD

Virtud que modera el ánimo para que no aspire con desorden a cosas grandes. Implica dos cosas: un recto conocimiento de sí mismo, que actúa como norma directiva, y la moderación del deseo de grandeza. La humildad reconoce las limitaciones e impide la sobreestimación de lo que se es, se tiene y se puede. Es una justa valoración de uno mismo y de los otros.

A la humildad se opone por exceso la soberbia y, por defecto, la estima baja de sí. La soberbia desea más de lo que se es o se puede. Es un amor desquiciado a todo lo propio. Para exaltarse a sí mismo, el soberbio desprecia al otro y lo rebaja. Cree merecer más de lo que tiene y se atribuye los dones que de Dios ha recibido. La estima baja de sí es una pequeñez de espíritu. Por ella se aspira desordenadamente a cosas más bajas a la propia dignidad.

SAN MARTÍN DE PORRES
EL MÁS HUMILDE DE LOS SANTOS


PERO CUANDO FALTA EL AMOR PROPIO...


TRATADO SOBRE LOS GRADOS DE HUMILDAD Y SOBERBIA, SAN BERNARDO


LA HUMILDAD DE DIOS


Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2, 6 -11).




LAS VIRTUDES Y LA HUMILDAD
“La oración” es la humildad del hombre que reconoce su profunda miseria y la grandeza de Dios, a quien se dirige y adora, de manera que todo lo espera de El y nada de sí mismo.

“La fe” es la humildad de la razón, que renuncia a su propio criterio y se postra ante los juicios y la autoridad de la Iglesia.

“La obediencia” es la humildad de la voluntad, que se sujeta al querer ajeno, por Dios.

“La castidad” es la humildad de la carne, que se somete al espíritu.

“La mortificación” exterior es la humildad de los sentidos.

“La penitencia” es la humildad de todas las pasiones, inmoladas al Señor.

(JOSE MARÍA ESCRIBÁ, SURCO)


Esas depresiones, porque ves o porque descubren tus defectos, no tienen fundamento... Pide la verdadera humildad. Si te conocieras, te gozarías en el desprecio, y lloraría tu corazón ante la exaltación y la alabanza. No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo (JOSÉ MARÍA ESCRIBÁ, SURCO).


SENTENCIAS DE LOS PADRES DEL DESIERTO SOBRE LA HUMILDAD
Decía el abad Antonio: «He visto tendidos sobre la tierra todos los lazos del enemigo, y gimiendo he dicho: "¿Quién podrá escapar de todos ellos?". Y oí una voz que respondía: "La humildad"».
«El comienzo de la salvación es condenarse a si mismo» (ABAD EVAGRIO)
«La puerta de Dios es la humildad. Nuestros Padres tuvieron que sufrir muchas humillaciones y entraron alegres en la ciudad de Dios; La humildad y el temor de Dios superan a todas las virtudes» (ABAD JUAN).
«Cuanto más se acerca el hombre a Dios, más pecador se ve. Por eso, Isaías, al ver a Yahvé decía: "¡Ay de mí que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!"». -Is 6,5- (ABAD MATOES)
Preguntaron a un anciano: «¿Qué es la humildad?». Y respondió: «Perdonar al hermano que ha pecado contra ti antes de que te pida perdón».
Un hermano preguntó a un anciano: «¿En qué consiste el progreso de un hombre?». Y el anciano le contestó: «En la humildad. Cuanto más se abaja un hombre más se eleva a la perfección».









LOS PASOS DE LA HUMILDAD 
por la contemplación de la Santísima Trinidad
El credo como oración de la humildad

1) Reconocimiento de sí mismo como creado por el Padre, por la contemplación admirada del universo creado. 
2) Reconocimiento de sí mismo como salvado por el Hijo, por la contemplación admirada del pesebre y de la cruz. 
3) Reconocimiento de sí mismo como iluminado y animado por el Espíritu Santo, por la contemplación admirada de la Iglesia de Dios.

Agustín Siena




LA HUMILDAD DE MARÍA
No se lee que María estuviera al lado de su Hijo en Jerusalén cuando entró con tantos honores y entre palmas y vítores; pero, por el contrario, cuando su Hijo moría, estuvo presente en el Calvario a la vista de todos, sin importarle la deshonra, ante la plebe, de darse a conocer como la madre del condenado que moría como criminal con muerte infamante (SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, LAS VIRTUDES DE MARÍA). 


LOS BENEFICIOS DE LA HUMILDAD
Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan. Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros, y sin dificultad satisface a los que le odian. Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento le levanta a gran honra. (TOMÁS DE KEMPIS, LA IMITACIÓN DE CRISTO).


REFRANES SOBRE LA HUMILDAD
  • A cama corta, encoger las piernas.
  • Nadie ve su joroba.
  • Escucha a tus enemigos y advertirás tus errores.
  • La espiga, cuanto más madura, más se inclina.
  • Siempre encuentra el que teje, otro mejor tejedor (José Hernández).
  • Dime de qué presumes, y te diré de qué careces.
  • Al hombre más fuerte, lo tapa la tierra.
  • Todos se quejan de su memoria, nadie de su inteligencia.
  • Ten más de lo que muestras; habla menos de lo que sabes (W. Shakespeare).
  • En el mar calmado, todos son pilotos.
  • Más vale doblarse que quebrarse.
  • Nunca es poco lo suficiente.
  • El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.
  • Cuando más hondo es el río, hace menos ruido.
  • Aquél que defectos tenga, disimule los ajenos (José Hernández).
  • Orgullo, riqueza y hermosura, son nada en la sepultura.
  • No porque todos somos del barro, se iguala la olla con el jarro.
  • Aún no ensillamos, y ya cabalgamos.
  • No por mucho madrugar, se amanece más temprano.
  • Hoy creemos ser algo; mañana no seremos nada.
  • Cuando un hombre se enriquece, su mujer le parece fea, y su casa chica.
  • Sólo sé que no sé nada (Sócrates).
  • No hay nadie sin defecto en esta vida (S. Tomás de Aquino).
  • El camino más seguro a la dignidad es la humildad.
  • Todos son generales, después de la guerra.
  • Si quieres ser grande, comienza por ser pequeño.
  • Zapatero a tus zapatos (Apeles).
  • No se agrande, aparcero, que parada no es estación.

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