miércoles, 8 de mayo de 2013

MISERICORDIA



Virtud que se entristece por las miserias y sufrimientos del otro. Se fundamenta en la debilidad común de la naturaleza humana. El misericordioso, por identificación afectiva con el otro, considera como propio el dolor ajeno y lo siente en sí mismo. Para ser virtud debe impulsarnos a socorrer al prójimo. A la misericordia se opone la indiferencia, la envidia, la crueldad, la incomprensión….

BEATA TERESA DE CALCUTA
UNA VIDA DE MISERICORDIA



DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO SOBRE LA MISERICORDIA
Dives in misericordia, Juan Pablo II
Reconciliatio et paenitentia, Juan Pablo II
Misericordia Dei, Carta Apostólica, Juan Pablo II

Sor Faustina y la Divina Misericordia, película completa


Sobre la misericordia de Dios, G. del Cerro Calderón

EL JUICIO FINAL Y LAS OBRAS DE MISERICORDIA (Mt 25, 31-45). 


Obras de misericordia en el Catecismo de la Iglesia Católica (2147-2748).

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cfMt 6, 2-4):
«El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11). «Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros» (Lc 11, 41). «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?» (St 2, 15-16; cf Jn 3, 17).

OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES Y CORPORALES

LA MISERICORDIA EN LA SUMA TEOLÓGICA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

LA MISERICORDIA EN EL EVANGELIO DE CRISTO

CITAS BÍBLICAS SOBRE LA MISERICORDIA

PARÁBOLA DE LA OVEJA PERDIDA
La compasión ante los descarriados (Lc 15, 1-7).


PARÁBOLA DEL PADRE MISERICORDIOSO
La misericordia ante el pecado (Lc 15, 11-32)
"Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"


PARÁBOLA DE LOS DOS DEUDORES
La compasión del perdón (Mt 18, 21-35).


EL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZARO (Lc 16, 19-30)


PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO (Lc 10, 29-37)


El dolor es más profundo, cuando no haya compasión
(José Hernández).

LA MISERICORDIA ES...
 La palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
 El acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
La ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
 La vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado
Papa Francisco, Misericordiae Vultus


FRASES SOBRE LA MISERICORDIA
Es más fácil que Dios contenga la ira que la misericordia (San Agustín).
La misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la miseria de otro, sentimiento que nos compele, en realidad, a socorrer, si podemos (San Agustín).
La misericordia llega a su extremo en los males que alguien sufre sin merecerlo (Aristóteles).
La misericordia sirve a la razón cuando queda a salvo la justicia, sea socorriendo al indigente, sea perdonando al arrepentido (San Agustín).
Dios, al obrar misericordiosamente, no actúa contra sino por encima de la justicia. Por eso se dice en Sant 2,13: La misericordia hace sublime el juicio (Santo Tomas de Aquino).
Dado que la culpa puede ser, en cierto modo, involuntaria, en ese sentido puede inspirar también misericordia. Bajo este aspecto tenemos sentimientos de piedad y compasión hacia los pecadores, como escribe San Gregorio, la verdadera justicia no provoca desdén, sino compasión (Santo Tomás de Aquino).
Es menos pecado la presunción que la desesperación, pues más propio de Dios es compadecerse y perdonar, por su infinita bondad, que castigar (Santo Tomás de Aquino).
Dios no tiene misericordia sino por amor, al amarnos como algo suyo (Santo Tomás de Aquino).
En la misericordia se manifiesta de manera extraordinaria la omnipotencia de Dios (Santo Tomás de Aquino).
Todos los días, si lo buscamos, hallamos a Lázaro, y aunque no le busquemos le tenemos a la vista. No perdáis el tiempo de la misericordia (San Gregorio Magno)
La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción (Santo Tomás).
Dulce es el nombre de misericordia. Todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla (San Cesáreo de Arlés).
Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo (San Cesáreo de Arlés).
Actuemos de manera que la misericordia llegue a ser nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro (San Cesáreo de Arles).
Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad (Santo Tomás).
La caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso (Santo Cura de Ars).
Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de practicarlas en la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición (San León Magno).
¿No sabéis que tener misericordia significa hacerse uno mismo miserable, condoliéndose del otro? (San Agustín)
No hay mejor misericordia que otorgar el perdón a quien nos ha ofendido (Santo Tomás)
El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el pecado (San Agustín)
La suprema misericordia no nos abandona ni aun cuando la abandonamos (San Gregorio Magno)
No conviene a una Misericordia tan grande como la vuestra olvidarse de una tan grande miseria como la nuestra (San Alfonso M. de Ligorio)
¿Dónde me esconderé de Dios? ¿Dónde te esconderás, hermano? En su misma misericordia. Nadie puede huir de Dios más que refugiándose en su misericordia (San Agustín)
Mi único mérito es la misericordia del Señor (San Bernardo)
Despreciada la confesión de los pecados, no habrá lugar para la misericordia (San Agustín)
Dios promete a todos los pecadores misericordia para que se animen a levantarse (San Gregorio Magno)
Consideremos cuán grandes son las entrañas de su misericordia, que no sólo nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se arrepienten de ellas (Sab Gregorio Magno)
¡Qué cercano está Dios de quien confiesa su misericordia! Sí; Dios no anda lejos de los contritos de corazón (San Agustín).
Nadie ha experimentado como la Madre del Crucificado el misterio de la cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina con el amor: el «beso» dado por la misericordia a la justicia (Juan Pablo II, Dives in misericordia).

María, pues, es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también Madre de la misericordia (Juan Pablo II, Dives in misericordia)

LOS CATEDRÁTICOS, LA COMPASIÓN

¿La compasión tiene un límite? ¿La compasión implica un relativismo moral, un relajamiento moral? ¿Hasta donde debe llegar la misericordia? ¿La compasión es una trampa? ¿Hay que compadecerse de los adictos, los delincuentes, los terroristas? ¿Que diferencia hay entre tolerancia y compasión? Esto se debate en Los catedráticos.


  • No hables de la luz, delante de un ciego (Pitágoras).
  • No cuentes plata, delante de los pobres.
  • A enemigo fallecido, perdón y olvido.
  • A enemigo que huye, puente de plata.
  • Nadie cojea, por el dolor ajeno.
  • Jamás llegues a parar, donde veas perros flacos (José Hernández).
  • Del árbol caído, todos hacen leña.
  • Desgracia compartida, menos sentida.