miércoles, 6 de noviembre de 2024

HUMILDAD

 Virtud que modera el ánimo para que no aspire con desorden a cosas grandes. Implica dos cosas: un recto conocimiento de sí mismo, que actúa como norma directiva, y la moderación del deseo de grandeza. La humildad reconoce las limitaciones e impide la sobreestimación de lo que se es, se tiene y se puede. Es una justa valoración de uno mismo y de los otros.


A la humildad se opone por exceso la soberbia y, por defecto, la estima baja de sí. La soberbia desea más de lo que se es o se puede. Es un amor desquiciado a todo lo propio. Para exaltarse a sí mismo, el soberbio desprecia al otro y lo rebaja. Cree merecer más de lo que tiene y se atribuye los dones que de Dios ha recibido. La estima baja de sí es una pequeñez de espíritu. Por ella se aspira desordenadamente a cosas más bajas a la propia dignidad.

SAN MARTÍN DE PORRES
EL MÁS HUMILDE DE LOS SANTOS


PERO CUANDO FALTA EL AMOR PROPIO...


TRATADO SOBRE LOS GRADOS DE HUMILDAD Y SOBERBIA, SAN BERNARDO


LA HUMILDAD DE DIOS


Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz” (Filipenses 2, 6 -11).




LAS VIRTUDES Y LA HUMILDAD
“La oración” es la humildad del hombre que reconoce su profunda miseria y la grandeza de Dios, a quien se dirige y adora, de manera que todo lo espera de El y nada de sí mismo.

“La fe” es la humildad de la razón, que renuncia a su propio criterio y se postra ante los juicios y la autoridad de la Iglesia.

“La obediencia” es la humildad de la voluntad, que se sujeta al querer ajeno, por Dios.

“La castidad” es la humildad de la carne, que se somete al espíritu.

“La mortificación” exterior es la humildad de los sentidos.

“La penitencia” es la humildad de todas las pasiones, inmoladas al Señor.

(JOSE MARÍA ESCRIBÁ, SURCO)


Esas depresiones, porque ves o porque descubren tus defectos, no tienen fundamento... Pide la verdadera humildad. Si te conocieras, te gozarías en el desprecio, y lloraría tu corazón ante la exaltación y la alabanza. No eres humilde cuando te humillas, sino cuando te humillan y lo llevas por Cristo (JOSÉ MARÍA ESCRIBÁ, SURCO).


SENTENCIAS DE LOS PADRES DEL DESIERTO SOBRE LA HUMILDAD
Decía el abad Antonio: «He visto tendidos sobre la tierra todos los lazos del enemigo, y gimiendo he dicho: "¿Quién podrá escapar de todos ellos?". Y oí una voz que respondía: "La humildad"».
«El comienzo de la salvación es condenarse a si mismo» (ABAD EVAGRIO)
«La puerta de Dios es la humildad. Nuestros Padres tuvieron que sufrir muchas humillaciones y entraron alegres en la ciudad de Dios; La humildad y el temor de Dios superan a todas las virtudes» (ABAD JUAN).
«Cuanto más se acerca el hombre a Dios, más pecador se ve. Por eso, Isaías, al ver a Yahvé decía: "¡Ay de mí que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!"». -Is 6,5- (ABAD MATOES)
Preguntaron a un anciano: «¿Qué es la humildad?». Y respondió: «Perdonar al hermano que ha pecado contra ti antes de que te pida perdón».
Un hermano preguntó a un anciano: «¿En qué consiste el progreso de un hombre?». Y el anciano le contestó: «En la humildad. Cuanto más se abaja un hombre más se eleva a la perfección».









LOS PASOS DE LA HUMILDAD 
por la contemplación de la Santísima Trinidad
El credo como oración de la humildad

1) Reconocimiento de sí mismo como creado por el Padre, por la contemplación admirada del universo creado. 
2) Reconocimiento de sí mismo como salvado por el Hijo, por la contemplación admirada del pesebre y de la cruz. 
3) Reconocimiento de sí mismo como iluminado y animado por el Espíritu Santo, por la contemplación admirada de la Iglesia de Dios.

Agustín Siena




LA HUMILDAD DE MARÍA
No se lee que María estuviera al lado de su Hijo en Jerusalén cuando entró con tantos honores y entre palmas y vítores; pero, por el contrario, cuando su Hijo moría, estuvo presente en el Calvario a la vista de todos, sin importarle la deshonra, ante la plebe, de darse a conocer como la madre del condenado que moría como criminal con muerte infamante (SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, LAS VIRTUDES DE MARÍA). 


LOS BENEFICIOS DE LA HUMILDAD
Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan. Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros, y sin dificultad satisface a los que le odian. Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento le levanta a gran honra. (TOMÁS DE KEMPIS, LA IMITACIÓN DE CRISTO).


REFRANES SOBRE LA HUMILDAD

  • "A cama corta, encoger las piernas."
    Cuando uno tiene limitaciones o recursos escasos, debe ajustarse a esas limitaciones y actuar dentro de sus posibilidades.

  • "Nadie ve su joroba."
    Las personas suelen ser más críticas con los defectos ajenos que con los propios. Esto refleja cómo la gente tiende a no ver sus propias fallas.

  • "Escucha a tus enemigos y advertirás tus errores."
    Las críticas, incluso de los enemigos, pueden ser valiosas, ya que a menudo nos señalan errores que no hemos notado.

  • "La espiga, cuanto más madura, más se inclina."
    A medida que las personas se vuelven más sabias o poderosas, suelen mostrar más humildad o modestia, como la espiga de trigo que se inclina a medida que madura.

  • "Siempre encuentra el que teje, otro mejor tejedor" (José Hernández).
    Siempre habrá alguien más hábil o competente que tú, sin importar lo bien que hagas algo.

  • "Dime de qué presume, y te diré de qué careces."
    Las personas que alardean de algo generalmente lo hacen porque tienen inseguridades o carecen de otras cualidades importantes.

  • "Al hombre más fuerte, lo tapa la tierra".
    No importa cuán fuerte o exitoso sea alguien, todos somos vulnerables al tiempo y la muerte.

  • "Todos se quejan de su memoria, nadie de su inteligencia."
    La memoria es algo que todos suelen reconocer como deficiente, pero pocos reflexionan sobre las limitaciones de su inteligencia.

  • "En el mar calmado, todos son pilotos".
    Es fácil dar consejos o ser experto cuando las circunstancias son favorables, pero la verdadera habilidad se demuestra en tiempos difíciles.

  • "Más vale doblarse que quebrarse."
    Es preferible adaptarse o ceder ante una dificultad, que resistirse hasta el punto de sufrir una derrota o daño irreversible.

  • "Nunca es poco lo suficiente."
    A veces, lo que parece poco es suficiente, especialmente si se valora en su justa medida.

  • "El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano."
    Cuando algo tiene éxito, todos quieren atribuirse la responsabilidad, pero cuando algo fracasa, nadie asume la culpa.

  • "Cuando más hondo es el río, hace menos ruido."
    Las personas o situaciones más sabias o poderosas tienden a ser más discretas, mientras que las más superficiales suelen hacer mucho ruido.

  • "Aquél que defectos tenga, disimule los ajenos" (José Hernández).
    Es prudente no criticar los defectos de los demás, especialmente cuando uno mismo tiene fallos similares.

  • "Orgullo, riqueza y hermosura, son nada en la sepultura."
    El orgullo, la riqueza y la belleza no tienen valor en la muerte; lo que realmente importa es lo que uno ha hecho con su vida.

  • "No porque todos somos del barro, se iguala la olla con el jarro."
    Aunque todos compartimos la misma naturaleza humana, no todos somos iguales en habilidades, capacidades o circunstancias.

  • "Aún no ensillamos, y ya cabalgamos."
    A veces las personas se adelantan a las circunstancias o asumen responsabilidades antes de estar preparadas.

  • "No por mucho madrugar, se amanece más temprano."
    El esfuerzo o la prisa no siempre hacen que las cosas sucedan más rápido; Algunas cosas tienen su propio tiempo.

  • "Hoy creemos ser algo; mañana no seremos nada".
    La vida es efímera y todo lo que hoy parece importante puede perder su valor en el futuro.

  • "Cuando un hombre se enriquece, su mujer le parece fea, y su casa chica."
    A veces, el dinero o el éxito pueden cambiar la percepción que uno tiene de su vida personal, buscando siempre algo más.

  • "Sólo sé que no sé nada" (Sócrates).
    La verdadera sabiduría consiste en reconocer la propia ignorancia y estar dispuesto a aprender.

  • "No hay nadie sin defecto en esta vida" (S. Tomás de Aquino).
    Todos tenemos fallos, y reconocerlos es parte de nuestra humanidad.

  • "El camino más seguro a la dignidad es la humildad."
    La humildad es una virtud fundamental que lleva a la verdadera dignidad, ya que nos permite ser respetuosos y justos con los demás.

  • "Todos son generales, después de la guerra".
    Después de que los problemas o conflictos se resuelven, todos tienen una opinión sobre cómo debieron haber manejado las cosas.

  • "Si quieres ser grande, comienza por ser pequeño".
    Las grandes cosas empiezan con pequeños pasos; la humildad y la paciencia son esenciales en el camino hacia el éxito.

  • "Zapatero a tus zapatos" (Apeles).
    Es mejor concentrarse en lo que uno sabe hacer bien y no tratar de intervenir en asuntos que no corresponden.

  • "No se agrande, aparcero, que parada no es estación."
    Se debe ser humilde y no tratar de parecer más de lo que realmente se es, ya que la arrogancia no lleva a ningún lado.

  • jueves, 2 de julio de 2020

    OBEDIENCIA


    OBEDIENCIA: Virtud por la que se cumplen los mandatos de los superiores. Implica la realización de un acto bueno con la intención de realizar lo que nos pide un superior. La obediencia se deba a las personas legítimamente constituidas en autoridad y a los que han sido mejor dotados por naturaleza.
    La obediencia responde al orden que Dios ha dado a las cosas. “Así como en virtud del orden natural establecido por Dios los seres naturales inferiores se someten necesariamente a la moción de los superiores, así también en los asuntos humanos, según el orden del derecho natural, los súbditos deben obedecer a los superiores” (II-II, 104, 1, c).
    La obediencia puede ser más o menos meritoria, según: la libertad de la obra realizada y de la persona que obedece (Cf. II-II, 104, 1, rta 3); la prontitud de respuesta al mandato (Cf. II-II, 104, 2, s);  el grado de renuncia a la propia voluntad (Cf. II-II, 104, 2, rta3); la intención y caridad hacia Dios (Cf. II-II, 104, 3, c).  

    Obedezcan con docilidad a quienes los dirigen, porque ellos se desvelan por ustedes, como quién de ustedes deben dar cuenta (Heb 13, 17).

    Ámbitos de la obediencia
    Dios debe ser obedecido siempre y en todas las cosas, tanto en las obras exteriores como en las interiores (Cf. II-II, 104, 4). “La virtud de la obediencia, que renuncia por Dios a la propia voluntad, es más importante que las otras virtudes morales, que renuncian por Dios a algunos otros bienes” (II-II, 103, 3, c).

    Haremos todo lo que el Señor ha ordenado y seremos obedientes (Ex 24, 7).

    Los superiores humanos deben ser obedecidos solo en algunas obras externas corporales, por ejemplo: “el soldado debe obedecer a su jefe en lo referido a la guerra, el siervo a su señor en la ejecución de los trabajos serviles; el hijo a su padre en lo que tiene que ver con su conducta y el gobierno de la casa” (II-II, 104, 5, c).  
    De dos modos se dispensa la obligación de obedecer a los superiores humanos: “por un precepto de una autoridad mayor… y en el mandato de algo en lo que el súbdito no depende del superior…” (II-II, 104, 5, c). Tampoco se debe obedecer en lo referido a la naturaleza humana común entre el súbdito y el superior: el sustento del cuerpo y la generación de la prole, el matrimonio, la virginidad… (Cf. II-II, 104, 5, c).
    La obligación de la obediencia a las autoridades civiles supone el respeto en el orden de la justicia. Por tanto, “si su poder de gobernar no es legítimo, sino usurpado, o mandan cosas injustas, el súbdito no está obligado a obedecerles, a no ser en casos excepcionales, para evitar el escándalo o peligro” (II-II, 104, 6, rta 6). 
    La obediencia, entonces, puede ser desordenada en cuanto a las circunstancias debidas, por ejemplo, cuando se obedece a quién no se debe o en lo que no se debe (Cf. II-II, 104, 2, rta 2).

    Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech 5, 29).  

    La desobediencia

    La desobediencia es el incumplimiento de un mandato dado por un superior. Tiene por causa la soberbia o vanagloria (Cf. II-II, 105, 1, rta 2). Puede ser grave en dos sentidos (Cf. II-II, 105, 2, c). Por parte del que manda, mayor es la gravedad cuanto mayor es el superior desobedecido. El mayor pecado, en este sentido, es la desobediencia a Dios. Por parte del precepto, mayor será la gravedad cuanto mayor sea el bien del precepto rechazado. Por ejemplo, en lo religioso, el precepto del amor a Dios y al prójimo.

    Quién resiste a la autoridad, se opone al orden que Dios ha establecido (Rom 13, 2).  

    miércoles, 30 de enero de 2019

    VINDICACIÓN


    VINDICACIÓN: Virtud de quién tiene autoridad, por la cual se aplica una pena a quién a faltado contra otro u otros (Cf. II-II, 108). El fin de la pena impuesta es el bien del que peca y el bien la comunidad dañada, esto es: “la corrección del pecador, la tranquilidad de los demás, la conservación de la justicia y el honor debido a Dios” (II-II, 108, 1, c).
    Cuando la injuria cae sobre otra persona, y ello además implica una ofensa contra Dios y contra la Iglesia, el que tiene autoridad debe exigir reparación de la misma (Cf. II-II, 108, 1, c).
    Cuando la injuria recaen sobre uno mismo, “esta debe ser tolerada con paciencia, si así conviene que se haga” (II-II, 108, 1, rta 4). Pero esto no implica la omisión de la vindicta. La vindicación como virtud, sigue y ordena la inclinación natural humana de rechazar las injurias y violencias, y defenderse de lo nocivo (Cf. II-II, 108, 2, c).
    Las penas de la vindicación implican el temor servil; pero esto no es contraria al Evangelio. “La ley del Evangelio es ley de amor. Por tanto, no se debe atemorizar con castigos a quienes hacen el bien por amor, que son los que, hablando con propiedad, pertenecen al Evangelios, sino solamente a quienes no se siente movidos a hacer el bien por amor, los cuales, aunque forman parte de la Iglesia en cuanto al número, no ocurre otro tanto en cuanto al mérito” (II-II, 108, 1, rta 3).

    Vicios opuestos
    “A la vindicación se oponen dos vicios. Por exceso, el pecado de crueldad o impiedad, que se excede en la medida del castigo. Otro, por defecto, cuando alguno es demasiado remiso en la aplicación del castigo merecido, por lo cual dice Prov 13, 24: el que excusa la vara, quiere mal a su hijo” (II-II, 108, 2, rta 3). 
    Pero el vicio se da principalmente por la mala intención de quién actúa: el odio, el deseo de mal, la complacencia en el castigo. Lo que principalmente debe intentar la vindicación es el bien del otro o los otros (II-II, 108, 1, c). La intención mala en el castigo es propia de la venganza. “No hay razón que justifique el que peque yo contra otro, porque este primero pecó contra mí, lo que sería dejarse vencer por el mal, cosa que prohíbe el Apóstol cuando dice: no se dejen vencer por el mal, antes bien, venzan al mal a fuerza de bien (Rom 12, 21)” (II-II, 108, 1, c). 


    “Los que hacen el bien, no tiene nada que temer de los gobernantes, pero sí los que obran mal. Si no quieres sentir temor de la autoridad, obra bien y recibirás su elogio. Porque la autoridad es un instrumento de Dios para tu bien” (Rom 13, 3-4).